Última voluntad

El día que yo me muera
que no se orgarnice un drama
ni se monte una tragedia.

A la tarde de la vida
me examinarán de amor
los hechos y la poesía

y aprobaré, así que nada
de agrias desesperaciones
ni de lutos ni de lágrimas.

Que den mi cuerpo a la tierra,
una oración a los Cielos
y mi escasa hacienda a Hacienda.

Si un concejal de Cultura
me editara un libro, vale,
más vale tarde que nunca.

Y puestos a dar la lata,
yo quisiera de epitafio
este canto de esperanza:

«Esperanza, compañeros,
las almas viven y encima
resucitarán los cuerpos».

ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

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