Dejarse llevar por el cauce del destino
y con cada canto rodado
hablar con reticencia de secretos.
¡Qué dulce es el susurro del río!
Descender de los picos del propio orgullo
y caer desde la claridad orgullosa del aislamiento
con el grito de pánico de cada caída.
¡Qué glorioso es el grito de las cascadas!
Y hundirse cada vez más en lo hondo de la hendidura
y con cada pedrusco
levantar una disputa.
¡Qué leyenda es el río, qué leyenda!
AHMAD SHAMLÚ
Traducción de Clara Janés