Fantasía del atardecer

atardecer

Ante su choza en sombra, tranquilo está sentado
el labrador, mientras arde la parca lumbre.
Hospitalariamente resuena al caminante
crepuscular campana por la aldea apacible.

También, acaso vuelven los marinos al puerto
y en lejanas ciudades deja alegre al mercado
su rumor afanoso; bajo emparrado en calma,
íntima brilla la conversación de amigos.

Mas yo, ¿hacia dónde iré? Todos los hombres viven
de premios y trabajos; tras fatiga y descanso
alegre todo está. ¿Por qué nunca se duermen
en este pecho mío la angustia y la zozobra?

En esta tarde azul, la primavera abre,
rosas innúmeras florecen, quieto semeja
el mundo áureo. ¡Oh, llevadme hacia allá,
purpúreas nubes, y que allá arriba

en aire y luz se aneguen mi amor y sufrimiento!
Pero, como ahuyentado por inútil pregunta,
el encanto se va. La noche cae. Y bajo
el cielo, solitario estoy yo, como siempre.

Ven tú, dulce sopor. Anhela demasiado
el corazón; ahora, oh juventud, tú ya
también vas apagándote, soñolienta y tranquila.
Tranquila y reposada es la vejez entonces.

FRIEDRICH HÖLDERLIN

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