Hice un fuego al haberme abandonado el cielo,
un fuego para ser su amigo,
un fuego para entrar en la noche de invierno,
un fuego para vivir mejor.
Y le di todo lo que me dio el día:
los bosques, los arbustos, los trigos y las viñas,
los nidos con sus pájaros, las casas con sus llaves,
los insectos, las flores, las pieles y las fiestas.
Viví sólo al ruido de llamas crepitantes,
a su único calor;
igual a un barco hundiéndose en el agua estancada,
como un muerto tenía tan sólo un elemento.
PAUL ÉLUARD
Traducción de Jorge Urrutia
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